Relato corto
La llamada
-!Marta!, !apurate, por favor!, !vamos muy retrasados!
-Sí, José, voooy, es que tengo que cambiar los bidones de agua, no quiero que nos suceda lo de anoche que no teníamos agua por no reponer, recuerda que debes tomar agua purificada con tu pastilla; ya sabes las condiciones de la potabilidad en la zona... y como llegaremos cansados...Salí primero y arranca el auto así nos vamos en cuanto termine.
- Ok, gorda; dale, no te demores.
-Voyyy...
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En cuanto sentí que arrancaba el coche, intenté apurarme y completar los bidones: Los terminé y me dirigía a la puerta; en tanto, mientras caminaba hacia ella, el teléfono comenzó a sonar; intenté no contestarlo pero recuerdo que lo hacía de forma insistente y lo sentía más fuerte que lo usual. Me volví y lo atendí, era la Nona Alicia que me decía que me demorara, ella decía claramente:
- Tarda más en venir, hija, tarda más... ¿ Llenaste los bidones de agua? No los termines todavía...
Me quedé pensando un segundo y creí que era una broma; recuerdo haber pensado ¿agua?, ¿ nona?, ¿ qué es esto? Aquella noche era su fiesta y nosotros todavía no llegábamos. Luego y aún con el auricular en la mano, sentí tres golpes secos y José apareció al lado mío como un fantasma. Al mirarlo me sobresalté, noté algo raro en su mirada, pero solo atiné a sonreír y a seguirlo; él se encaminaba hacia la salida con pasos más lentos de lo común y, no sé por qué, un escalofrío recorrió mi cuerpo. Luego, en absoluto mutismo, cerró la puerta delante de mí y todo oscureció.
Parecía una película de Wes Craven, no sabía lo que sucedía ni lo que iba a suceder.
Miré el retrato de mi abuela y me dio la sensación que lloraba; inmediatamente comencé a gritar; parecía que no tenía voz. Comencé a buscar, desesperada, copias de llaves por los cajones del armario, desparramé todas las fotos antiguas, los libros ya leídos y todo lo que ocupaba cada cada rincón. Me llamó la atención un sobre rojo que parecía alguien había escondido en el último cajón. Pensé, !las llaves!, pero al abrirlo leí un aviso fúnebre que decía:
¨Tu amada esposa desea reencontrarse contigo en la eternidad¨
El nombre del difunto: José Duarte; firmaba mi nombre...!Estoy loca!, pensé; mientras mi corazón se aceleraba más y más; pero si estoy con José ahora, esto es un sueño, es un sueño y debo despertar.
Me recosté en un sillón e intenté tranquilizarme. Sentí otro golpe seco cerca de mí, a mis espaldas. Cuando giré la mirada vi el retrato de mi abuela en el piso y comencé a rezar. Lo busqué y recuerdo presionarlo fuerte contra mi pecho y luego...nada.
- Y aquí estoy con usted, Doctor, ¿ aún cree que estoy loca?
- ¿ Quién ha dicho que usted está loca?-... Lo que sí afirmamos que necesita ayuda.
- !Ahh! !Ayuda! ¿ Y por qué?, todo lo que le he contado es cierto.
- Señora- agrega mi Doctor-, le he explicado en reiterada oportunidades que las cosas no fueron como usted las imagina.
- ¿ No? ¿ Y cómo sucedieron, Doc? ¿ Por qué me tienen aquí?, mientras le hablaba, recorría con mi mirada el gris de las paredes que parecían no tener ventanas y me sentía especialmente intimidada por las cámaras de vigilancia que me apuntaban permanentemente, eran como ojos que se movían por todas partes.
- Señora, se lo digo por última vez; su esposo falleció hace cinco años, de ninguna manera pudo estar con usted el día que lo afirma.
-Pero sí, lo vi, lo vi; sé lo que le digo Doc.
- Haremos lo siguiente, el miércoles volvemos a charlar y si usted se siente bien, recordaremos los hechos.
- !No!- dije indignada-, ahora Doc !Ahora!
Él, acomodándose en su silla, me miró con cara de indulgente y dijo:
- Ustedes tenían planes para ir al cumpleaños de su abuela; ella, aquella noche cumplía 90 años y toda la familia había organizado un gran festejo, ¿ lo recuerda?
- Si- respondí-, recuerdo un vestido rojo y unos bidones de agua.
- Sí Marta, los bidones de agua salvaron su vida.
- ¿ Mi vida?- lo miré como desesperada.
- Usted demoró su salida para llenar unos bidones de agua, pensando en el Corte General, suponemos; de no haber retardado su salida por ese hecho, hoy usted no estaría aquí. A su esposo lo abordaron tres delincuentes para robarle el auto; el no se resistió pero ellos igual lo mataron... y, no es todo, otro hecho trágico le sucedió esa noche, su abuela murió al iniciar su festejo y preguntando por usted.
- ¿ Por mí?- agregué.
- Si, todos dicen que ella decía que debía llamarla, pero no alcanzaron a traer un teléfono; ella murió de un ataque antes que se lo alcanzaran.
- Seguro que no alcanzó a marcar- le dije.
- No Señora, no alcanzó ni a sostenerlo...sencillamente murió; al igual que su esposo. Usted no pudo sobrellevar el dolor y por éso nos encontramos aquí- me dijo con absoluta convicción.
- Doc...
- Sí...
- Ella me llamó
- Marta, ya lo hablamos...- e hizo un gesto de insatisfacción.
- Dé gracias a Dios por su demora solamente y aprenda a enfrentar los hechos. Quiero que los entienda y los asimile.
- Sí Doc, pero no me demoré por los bidones...fue ella la que hizo sonar el teléfono.
-Bueno, Marta, como usted diga, nos vemos el miércoles.
- Claro Doc, claro...el miércoles estoy por aquí...
By Mariela
Comentarios
Me ha gustado mucho.
Un fuerte abrazo
Felicitaciones amiga por el excelente texto.
Un abrazo enorme