Sarita
Sara aún vive en mi interior
aunque este mundo no conoció;
ella tenía la piel tallada
de amor y sueños de una alborada.
Tan pequeñita y tan mimada
Sarita nunca me fue entregada;
siempre la quise y la esperé
desde pequeña que la soñé
y en cada niña veo sus ojos
como si fueran dulces antojos
o un misterio, o la ilusión
de que algún día oí su voz...
Pero ella vive en mi interior,
ella es la hija que no nació.
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