Cuando aquella extraña apareció en su vida fue como si una parte de ella volviera a armarse; como si lo muerto hubiese renacido; como si el tiempo comenzara, otra vez, a marcar su curso. Estuvo desintegrada durante siglos que apenas si podía reconocerse en el espejo, hasta que el milagro del amor la despertó de su letargo.
El encuentro fue inesperado, bello y loco; fue como si se hubiese abierto una brecha donde la inexistencia que ella sentía se hubiese esfumado en el aire; como si los pedazos de sueños que habían dormido en el suelo durante tantos años, de repente, volvieran a encontrarse.
Aún recuerda la cálida brisa de aquella tarde y el eco del tren removiendo las paredes de su rutinaria vida. Los adoquines y las acequías le otorgaban al paisaje un aire ochentón y los lirios, casi marchitos, marcaban Mayo en el calendario. Su mirada estaba como perdida entre los libustros y las margaritas, hasta que un brillo inexplicable comenzó a roer toda perspectiva; su mirada se centró en un punto diminuto que comenzó a crecer y crecer ante sus ojos. Ella sintió que su vida cambiaría indefectiblemente.
La dulzura que manaba de aquél Ser de ensueño; frágil, tímido y misterioso, era una dulzura única. Ella, sin poder creerlo todavía, nunca esperó un encuentro así. Se acercó con cautela para no espantar a la intrusa que apenas se animaba a asomar su figura; sus pasos leves y esponjosos se percibían húmedos en el cálido ambiente otoñal; pero ella, como sumida en un arrojo irreverente, se animó y dejó su sombra escondida en sus antiguos temores y arrodillándose, extendió sus brazos esperando que los otros, los de aquella criatura extraña, la envolvieran con un beso etéreo, eterno y dulce.
La Aparición, despojada de todo prejuicio y de un zarpazo, saltó y la abrazó para siempre... y así, en aquel abrazo infinito, Bianca llegó a su vida. Desde entonces y de forma casi onírica , ella es la piel que habita una felicidad indescriptible.
By Mariela
Relato, Relato corto, Cuento
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