Laura acomodó su silla de frente a la vidriera; el escaparate le parecía inmenso y sentía la evidencia como carcomiendo su piel; ya le habían dicho que él pasaba a la misma hora cada día y faltaban cinco minutos para que el reloj marcara el desenlace. Mientras arreglaba su cabello, decidió hacer otro ademán al mozo para que le acercara un café; aquél le respondió con un gesto de asentimiento y ella calculaba que no lo consumiría antes de que Juan cruzara la vereda. Dudó otra vez de su ubicación tan evidente, pero decidió mantenerla ya que no quería hacer el papel de Sherlock Holmes, más bien, quería que sus miradas se encontraran. Sobre su regazo, apretaba con fuerza la cartera de cuerina negra, aquella que hace tanto él le había regalado para un aniversario; ese objeto había sido el último presente que Juan tuvo la delicadeza de entregarle...
Erró en la llegada del expreso humeante, se lo trajeron antes del esperado encuentro y su pulso estaba demasiado acelerado como para intentar ingerirlo y mantener el líquido en el interior de la taza. Al primer sorbo, le pareció reconocer el traje con el que su esposo salió en la mañana y, enfocando mejor, vio aferrada a su cuello a Claudia, su vieja amiga de la infancia. No pudo contener las ganas de certificar los hechos y, como ráfaga, saltó de su silla y salió del bar. El encuentro fue frontal y Juan, casi mudo, solo atinó a decir:
- No es lo que piensas.
Ella, sin medir palabra, extrajo de su cartera de cuerina un calibre 22 y tiró a matar.
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Mientras Juan ya planeaba mudarse con su nuevo amor, a Laura le escribían su epitafio:
¨Aquí yace quien amó y confió demasiado.
Nunca te olvidaremos¨
Comentarios
Lo que en principio parece un crimen visceral de la mujer burlada y engañada, se vuelve un suicidio, ante el futuro indiferente del esposo que ya la tenía excluida.
Atrapa y donde todo la tensa espera de un encuentro se convierte en una cruel despedida.
Felicitaciones.
Abrazos, amiga
Impactante relato, muy certero, tal como los disparos de la mujer engañada. Muchos hombres quedan advertidos, las mujeres andan armadas.
Un abrazo.