La Niña en el Parque
Recuerdo el frío de aquella tarde, era un frío seco, triste e invernal; recuerdo observar la escarcha sobre las pocas hojas yertas, y la soledad caminar fuera de mi cálido ventanal ; igual, contra todo lúgubre panorama, sabía que Negrita debía dar su paseo por el Parque; entonces, resignada, tomé mi abrigo marrón y la llamé para que se alistara a realizar su tan esperada salida. Comenzamos a caminar hacia la plaza; aunque a veces ella se adelantaba como revisando el camino, al sentirse sola, regresaba por mis pasos.
El frío, aquél frío hipertenso y bullicioso, se sentía como cuchillos atravesando mi cara, pero igual, por ella, debía resistir hasta el fin de la vuelta.
Al llegar al primer jardín, se independizó de mí y corrió al encuentro de sus árboles, mudos territorios de los que hacía rato se había apoderado.
En un momento, lo recuerdo claramente , pensé que sería mejor esperarla sentada en los banquitos de madera, luego de acomodarme en su helada textura; al levantar la vista, veo que viene hacia mí una niña, miro alrededor y solo estábamos nosotras. Con un gesto risueño la saludo y al llegar hasta mí me dice:
-Hola ¿Has visto a mi madre?
-No he visto a nadie más que a ti- le dije con la misma sonrisa.
Pareció entristecer ... entonces pregunté:
-¿Por qué te pones tan triste? ¿Acaso estás perdida?
-No...es que mi madre vendría por mí aquí, luego del colegio.
Rápidamente le dije:
-Esperemos juntas, si quieres, debe estar por llegar.
Entonces ella se sentó a mi lado con sus botitas marrones que parecían haber quedado colgando de la madera, era tan pequeña.. .se veía tan simpática con su uniforme escolar y aquellos rizos que asomaban sobresaliendo de una hermosa boina roja aterciopelada... Al observarla, una inmensa ternura invadió mi ser, sensaciòn que hacía mucho se había dormido en mí.
La niña estaba muy ansiosa esperando a su madre, pero igual preguntó:
-¿Qué haces aquí?
Contesté (señalando a Negrita entre los árboles ) :
- La traje de paseo, como todos los dìas, a su querido parquecito.
Ella , con gesto adusto, me dijo:
-Nunca he podido tener un perrito, todos mueren a los seis meses, !parece una maldición!...-agregó compungida.
Pareció, en verdad, afligirse , entonces le pregunté de otros temas para distraerla, como por ejemplo: a qué colegio iba, qué edad tenía, si tenía muchos amigos... ella a todo me respondía con una sonrisa y muy desenvuelta me explicaba una por una cada respuesta.
Pareció, en verdad, afligirse , entonces le pregunté de otros temas para distraerla, como por ejemplo: a qué colegio iba, qué edad tenía, si tenía muchos amigos... ella a todo me respondía con una sonrisa y muy desenvuelta me explicaba una por una cada respuesta.
Hasta que me preguntó:
-¿Eres feliz? ¿Tienes hijos? ¿Eres maestra?
Riéndome le dije que eran muchas preguntas pero que no era maestra.
Ella dijo que cuando fuese grande iba a tener muchos hijos, en una casa grande con un jardín tan inmenso como el parque donde estábamos, con flores amarillas, rojas, azules, blancas, que iba a ser maestra como Elba, su maestra de 4º grado, a quien ella adoraba, pero , poniéndose seria, otra vez agregó que no quería crecer, que ella quería jugar toda la vida en su casita de muñecas, con sus amigos, para ser feliz siempre.
Le dije que no se preocupara, que faltaba mucho tiempo para que fuese grande...
De repente, se detiene un auto y desciende una bella mujer, presupuse que era su madre; inmediatamente, la niña corre hacia ella y la abraza...luego mira hacia mí y eleva su mano, saludándome al ascender al coche previo desaparecer entre la bruma que ya se había elevado.
Tomé conciencia del tiempo y llamé a Negrita para volver.
Al regresar al calor de mi hogar, dejé mi abrigo y comencé a preparar el almuerzo antes de que fuera más tarde, ya estaba por regresar mi marido... Mientras lo hacía, pensaba en mi encuentro con la niña...
En eso sentí un ruido que venía de mi habitación , pensando que Ale, mi amado, había llegado antes, dije:
-!Alee! !Alee!- pero nadie me respondía.
Miré la cucha de Negrita, ella dormía plácidamente, entonces, tomé la escoba y sigilosamente a la defensiva, me acerqué a la puerta, pero vi que era sólo una caja que se había caído del último estante del placard, recuerdo que pensé que tal vez al sacar otra cosas (como el sábado había ordenado), pudo haber quedado mal ubicada...Fui a recogerla para devolverla a su lugar y pensé: ¿Por qué no la abro si ni siquiera recuerdo qué contiene?
Ahí estaba el álbum de fotos viejo, unos cuadernos y una bolsa. Recordaba todo, menos lo que quedó guardado en esa bolsa de arpillera gastada. Al abrirla. descubrí estupefacta mi boina roja que creía perdida.
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Reedicion Original: Año 2008
Comentarios
Saludos.
Lucía
Saludos.
Así como tu vieja boina roja, hay muchos tesoros escondidos a nuestra mirada que de repente se hacen presentes.
Buenas noches, dulces sueños.
Me gustó el ralto. Sobre todo porque me puse a pensar en mi niña interior y no la encuentro jjaja. No me acuerdo casi nada de mi infancia.
Lindo blog.
Saludos!
Un abrazo y mis cariños a Paloma
Gracias por dejar tu huella.!!
Un abrazo
Ya encontraràs a tu niña interior, creo que a todos se nos aparece a su tiempo, ya veràs.
Un cordial saludo.
Un abrazo Rebecca